Víctor Jara Martínez, nació en La Quiriquina, Chillán Viejo 1932, y falleció en Santiago, 1973, Cantautor chileno, director teatral, investigador del folclore y de los instrumentos indígenas, actor, dramaturgo y libretista, pero alcanzó la mayor trascendencia como compositor y cantante popular.
Sus canciones trataban sobre su pueblo y sus problemas, en la línea de los cantautores de la época; con todo, su éxito internacional las llevó más allá de su Chile natal para ser cantadas en cualquier manifestación progresista o concentración universitaria de otros tantos países, particularmente en la España de la transición.
Aportes al arte polìtico:
Durante el período de gobierno de Allende fue nombrado embajador cultural del gobierno, en cuyo cargo desarrolló una amplia labor hasta la fecha de su muerte. Estaba casado con la bailarina inglesa Joan Turner, quien había sido su profesora de expresión corporal en la Universidad de Chile.
Fuertemente comprometido con su entorno político, su compromiso acabó costándole la vida. Tras el golpe de estado del general augusto pinochet acaecido el 11 de septiembre de 1973, se encerró con otros universitarios en la Universidad Técnica del Estado, en Santiago, para mostrar su repudio y voluntad de resistir; sin embargo, el ejercito tomó pronto las instalaciones y llevó prisionero a Jara al Estadio Chile, donde fue brutalmente torturado y asesinado el 16 de septiembre.
En septiembre de 2003, al cumplirse treinta años del golpe militar, el gobierno chileno rebautizó al estadio con el nombre de Estadio Nacional Víctor Jara. A mediados de 2008 se reabrió la investigación judicial sobre su asesinato; el teniente coronel Mario Manríquez fue acusado del homicidio.
Discurso:
El ultimo poema de Víctor Jara
El día 11 de septiembre de 1973, cuando el golpe militar comandado por el
dictador Augusto Pinochet derrumbó del poder de Salvador Allende, el
compositor y cantor Víctor Jara fue detenido con otros 600 estudiantes en la
Universidad donde trabajaba. Llevado al Estadio Nacional en Santiago, ese
mismo día fue torturado y asesinado por militares. Días después, su mujer,
Joan Jara, identificó el cuerpo del poeta, fusilado y con las manos
amputadas. En el estadio, escribió su último poema.
Introducción de Joan Jara: "...Cuando más adelante me trajeron el texto del
último poema de Víctor, supe que él quería dejar su testimonio, su único
medio de resistir ahora al fascismo, de luchar por los derechos de los seres
humanos y por la paz."
Somos cinco mil
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí,
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltó al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo
¿Es este el mundo que creaste, dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas solo existe un número
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.
Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Que griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente
¡Canto que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi,
lo que he sentido y que siento
hará brotar el momento...
El día 11 de septiembre de 1973, cuando el golpe militar comandado por el
dictador Augusto Pinochet derrumbó del poder de Salvador Allende, el
compositor y cantor Víctor Jara fue detenido con otros 600 estudiantes en la
Universidad donde trabajaba. Llevado al Estadio Nacional en Santiago, ese
mismo día fue torturado y asesinado por militares. Días después, su mujer,
Joan Jara, identificó el cuerpo del poeta, fusilado y con las manos
amputadas. En el estadio, escribió su último poema.
Introducción de Joan Jara: "...Cuando más adelante me trajeron el texto del
último poema de Víctor, supe que él quería dejar su testimonio, su único
medio de resistir ahora al fascismo, de luchar por los derechos de los seres
humanos y por la paz."
Somos cinco mil
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí,
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltó al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo
¿Es este el mundo que creaste, dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas solo existe un número
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.
Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Que griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente
¡Canto que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi,
lo que he sentido y que siento
hará brotar el momento...
Reflexiòn:
Hablar sobre este personaje tan trascendental en la cultura no solo chilena sino más bien latinoamericana como lo fue el cantautor Víctor Jara, hablar sobre ese hombre de pueblo que enfrentó la adversidad, los conflictos e injusticias con su voz, su guitarra y su talento artístico, es una riesgosa misión en un ambiente hostil que se apoderaba de la gobernación en aquellos tiempos, ya que sobre él se han llenado infinitas páginas, realizado documentales, crónicas, películas sobre su vida y su labor.
No obstante escarbaremos un poco en sus ideales, su pensamiento político social que lo llevaba a prestar su ayuda, su hombro solidario a las poblaciones marginales, a los obreros, los estudiantes, los campesinos, los humildes y olvidados del sistema capitalista.
La pregunta en cuestión es ¿Qué es lo lleva a este hombre artista a fomentar sus pensamientos ideológicos y políticos en la masa?
¿Cómo, después de pasar por varias etapas difíciles en su vida material y espiritual llega a consolidarse como un líder social, político que trasciende generaciones?
¿Cómo consolida su pensamiento político con plena convicción en el proyecto de la Unidad Popular?
¿Cómo tuvo esa visión de usar el arte como herramienta de conciencia política y social del pueblo?
Víctor Jara tenía esa capacidad de asumir y tomar el liderazgo como revolucionario, y cuando tuvo el arma en sus manos supo usarla, un método que repercutía de muchas maneras en la gente debido a la fuerza que poseían sus poemas, discursos y sus canciones que llegaban directo al corazón del pueblo, para conquistar un amor inseparable. En plena época de revoluciones en América Latina, sobre todo la efervescencia del triunfo de la Revolución Cubana, donde la lucha armada fue la forma de llegar al poder, Víctor Jara con su guitarra, su voz y su compromiso con los humildes, también lograba una revolución artística, social, política. Una de sus tutoras musicales fue la gran Violeta Parra, con quien no solo compartían su espíritu social, sino también, una identidad existencial de sus infancias, como la relación con sus padres. En ambos casos sumidos en el alcohol, el abandono, la pobreza, el desarraigo de su campo Chillanejo.
Víctor Jara vivió la pobreza en carne propia, vivió el dolor de su madre, por las condiciones de vida que tenían. Sufrió la angustia de su padre, como obrero, campesino explotado por ese sistema capitalista que él llegó a detestar. De este contacto con la pobreza, de esa vivencia desgarradora, se engendra ese rechazo al sistema injusto y se va formando su conciencia social con la experiencia de su propia historia. Esa empatía social con las tomas, las poblaciones, son un reflejo de su propia realidad, de haber palpado la gran diferencia social en su país, rico en recursos pero que tenía al pueblo en condiciones indecorosas. Obreros mal pagados, campesinos trabajando las tierras de otros, niños desnutridos, el pueblo sin casas tomándose tierras, es decir una abierta contradicción económica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Una sociedad a punto de colapsar por las injusticias sociales. Y Víctor Jara asumía su realidad histórica y política, su posición de clase que traía desde la cuna. Su madre le heredó la guitarra, el canto, la palabra decidora, el grito rebelde camuflado entre las notas y el trabajo sacrificado para subsistir en esa sociedad desigual, donde la riqueza de unos pocos, esclavizaba a todo un pueblo.
Hoy en la actualidad, estamos insertos en una sociedad basada en el consumismo y en la comodidad personal más que el bien común, hoy son muy pocos los partidarios de estos ideales, y como sabemos mucha falta nos hacen, debemos sacar la voz y decir lo que está pasando, debemos sacarnos esa venda de los ojos que nos imponen en la sociedad actual, no estamos en dictadura, somos un país libre de expresión y como tal debemos exigir nuestros derechos, se debe luchar para tenerlos y se debe pelear tal como él lo hizo por un bien común no por uno propio, que sea una sociedad igualitaria para todos.
Víctor Jara como muy bien lo hacía al momento de escribir sus canciones, nos expresaba la realidad de las cosas, la música para él era una manera de liberación, una manera de expresión, de mostrarnos a los demás la verdad, de tal manera que cuando se reunían él mediante su música motivaba a los demás, como lo mencionaba anteriormente Víctor Jara enfrentó la adversidad, los conflictos e injusticias con su voz, su guitarra y su talento artístico. Su música era un instrumento, sus letras parte fundamental para entenderlo.
Un artista así de grande, unas canciones así de bellas, se merecen ese esfuerzo.
integrantes:
Constanza Lorca GonzálezFelipe Gallardo González
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